miércoles, 5 de septiembre de 2012

CARTA DUN NENO GALEGO






Buenos Aires mayo día 22 del año 1924

A la señora María P.P.

Mia Madre:

Espero que al recibo de estas líneas, esté Ud. muy buena de salud y mis hermanos.

Su carta de Usted llegó el día 20 de este mes, recibida con el respeto que se merece.

Mi padre quiere decirle que ya están hechos los documentos y tiene que mandar los que hay en Galicia, y pueda firmar …(ilegible) ya podrá venir.

Este invierno voy no colexio (sic) pero a la noche. No puedo ir a la mañana porque trabajo en la casa de don Antonio y a la tarde también.

Viene siempre a mercar a la tienda una señorita fina que es maestra y me trajo dos libros. Uno ya lo leí y me gustó porque es como un canto. No lo puedo contar, mejor sería cantarlo porque es como una canción de pastores.

La señorita maestra me preguntó cómo era mi casa.

Yo le dije que mi casa era de piedra y teníamos tres carballos a la entrada. Un hórreo que usamos y otro alquilado en la estrada, ella no sabía qué son los hórreos y se lo dibujé. Se llevó el dibujo para enseñárselo a los rapaces.

Después me preguntó si estoy bautizado y como la escuchara mi padre, le dijo que no éramos animales, sino personas.

Si se llama Luis, cómo no va a estar bautizado, le dijo. (El padre a la maestra) Tiene razón, nadie tiene nombre sin estar bautizado, pero mejor es no pelear porque la señorita maestra me trae libros.

Un rapaz de por aquí me dijo toro negro. Yo le dije que soy gallo rojo y quiso pegarme. Como yo tenía un estadullo alto, se lo tiré y se fue. No vino ni ayer, ni hoy.

Después me dió por llorar, porque si Usted estuviera me diría qué hacer mejor y es que no sé bien cómo levantarme sin pensar. Eso es lo que me pasa; que me levanto y pienso y no me gusta la mañana. Es muy callada. Ni un sólo ruido había. Ni habla la gente ni pasa a vernos. No tiene olores, que es lo mejor del …(ilegible) en la casa.

Si pudiera oír a los paxaros, o ir junto de mi primo Xulián. O él viniera y también Usted, ahora que puede.

Le contaré, Dios lo permita, muchas más en otra carta que le mande.

Mi padre dice que le diga muchos cariños y besos a Áurea, y Marcial y Usted.

Yo también le digo muchos cariños y que rece por nosotros, porque me da sueño a la noche y me olvido.

Miña nai, bóas noites.

Quedo de Usted, José Luis C. P.



                                                                         * * *





Leí esta carta ya avanzado uno de los primeros trabajos que hice sobre los niños y las niñas de la emigración gallega.

Hoy me parece esta carta, el documento más importante que tuve entre las manos en todos los momentos de mi apasionada investigación sobre los emigrantes gallegos. A tal extremo que después de leerla, quise cumplimentar aquél sencillo análisis reflexionando sobre los mensajes intertextuales, porque era evidente que la escritura del niño iba más allá de sus palabras y tenía un profundo contenido.

Me llevó esa inquietud a bucear en los talentosos trabajos de María Mauro y sobre los pensamientos de Isaías Peña Gutierrez, donde claramente se establece que “el realismo mágico se dirige primordialmente hacia un comportamiento del lenguaje y los niveles de la composición narrativa como otra posibilidad de crear juegos ficticios. Quien escribe transgrede la materia prima y su fidelidad es con el texto mismo. A su vez, este comportamiento autónomo del lenguaje se acompaña con niveles similares de composición argumental. Se rompe la linealidad de la historia y la aproximación a la realidad se diversifica hacia dentro y hacia fuera, busca la totalidad hacia atrás y hacia delante en el tiempo, porque importa crear un espacio y un tiempo coherentes. La imaginación inunda las estructuras narrativas hasta convertirlas en entidades autónomas. Se utilizan todos los recursos psicológicos, mecánicos, intuitivos, históricos, reales, para hacer coherente cada montaje". (Peña G., 1992: 230-231).

Sirve esta clara reflexión para entender la carta del niño gallego, quien responde al recibo de la misma, con la premura que tienen los niños por el intercambio constante en los afectos. Y acá, otra vez, el aporte de los autores mencionados, “La urgencia define los modos del tiempo en el re-encuentro con el pasado, con la búsqueda de lugares en la memoria para re-ordenar las identidades colectivas e individuales en el caos. Con un lenguaje en frases cortas, de rápida lectura o totalmente ininteligible, en una especie de esquizofrenia en puntos de colores y de luces, que dejan abierto el texto a la mirada furtiva o a la interpretación intertextual”.

Más adelante la carta refiere a trámites que deben ser compras o ventas de campo o casa, y lo que hace en ese caso, es escribir lo que el padre le indica. El vocablo que aparece ilegible puede referir a un familiar cercano que debiese viajar cumplimentado alguna documentación pendiente o fuera la propia madre del niño. Algo bastante común en las familias que emigraban dispersas por motivos políticos o económicos y accedían a los pasajes a medida que sus ahorros o la documentación pendiente, lo permitían.

Es evidente que el pequeño llegó al país cursados los primeros años de escuela, sabe escribir en castellano aunque arrastra algunos modismos en lengua gallega y nombra “colexio”, como acostumbrado lugar de estudios. Refiere que concurrirá a una escuela nocturna, habla de la maestra de manera respetuosa y comenta la entrega de libros, uno de ellos un libro de poemas, como obsequios preciados para él, los que no quiere perder a causa de un roce entre su padre y ella.

Muy clara la importancia de la Iglesia sobre la propia identidad, pues en su análisis elemental, el niño reflexiona que “nadie que tenga nombre puede estar sin bautizar”.

De la pelea que narra hay para analizar el vocablo usado por el otro niño (Toro negro) con la connotación de muerte en el toreo, el color sombrío, lóbrego, que denota el negro sumado a la identidad de país, perfonificada en el toro. Posiblemente expresión oída en el hogar y que el otro niño repite como insulto.

Gallo rojo, es el nombre que identificaba a los nacionalistas republicanos.

Estadullos, los palos de distintas medidas que se colocan al carro de bueyes para sostener la carga. Seguramente en el comercio habría una vara o un palo con los que se bajaban mercaderías desde lo alto, que él nombra estadullo por similitud y con que el niño se defendió de la agresión verbal.

Al despedirse cumple un formulismo porque ya es notorio que se despidió íntimamente de su madre en el párrafo anterior. Se despide con un saludo de buenas noches, hora en que escribe la carta. Sin advertir el cambio horario, al niño le parece que es esa misma hora en el lugar donde está su madre, sin percatarse del horario real. Hay también un sentimiento de nostalgia que acompaña al fin del día, muy propio del sentir gallego.

La distancia para los niños es parte de su fantasía y es importante imaginar que el niño al escribir la carta, está conectado con su hogar, a su madre, a las personas que nombra. “La temporalidad actual es tanto compuesta como fragmentada. La percepción del tiempo se manifiesta en figuras e imágenes múltiples y diferentes según los objetos o las objetivaciones que mueven al que escritor(a)” que en este caso, es el niño gallego.

“El espacio y los límites, las fronteras, se transforman, se permeabilizan en conjunción con el tiempo, en una infinidad de momentos, en donde personajes y lugares viven el instante, y la experiencia del tiempo parece detenerse sin parar de correr, en un eterno y efímero presente”.


                                                                          * * *



La carta ha sido modificada solamente por algunos signos ortográficos y letras mayúsculas, así como las aclaraciones que se le adjuntaron al texto en bastardilla. La actual copia es conocida y aceptada por la familia que la hubo facilitado para formar parte del ensayo “La niñez en la emigración gallega” (2008) así mismo como su edición en este blog.



La fotografía que ilustra el texto es la conocida foto tomada en la Estación Marítina de La Coruña (1957) por el gallego Manuel Ferrol, que queda como paradigma de la emigración. El padre y el niño, supuestamente su hijo, son personajes no identificados hasta el presente.
Conmociona ver las manos unidas de la anciana y la muchacha joven en un segundo plano, aferrados los dedos en un nudo de dolor, quizá antes de embarcar alguna de ellas o en la despedida de un hijo, un  hermano, un padre.
Desde el fondo, una figura apenas perceptible aprieta a un niño pequeño entre los brazos y sobre el pecho. Cruza la escena un sacerdote en sotana, continua presencia en los puertos para bendecir las salidas de los barcos o ser parte también de la emigración.
Las dos figuras que enfoca Ferrol en primer plano, acercan el dramatismo del desarraigo con un virtuosismo genial. *



M.R.-C. Derechos Reservados.

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