lunes, 2 de septiembre de 2013

BREVE RESEÑA

Foto: A.B.C. DEL PARTIDO DE CORCUBION
TIENE EL AGRADO DE INVITAR A USTED A LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “UN PUENTE AZUL”, ESCRITO POR LA SECRETARIA DE ACTAS DE LA INSTITUCION, DÑA. CONSUELO BERMUDEZ DE NIKOLIN.

UNA CALIDA Y EMOTIVA ESTAMPA DE SU INFANCIA EN LA GALICIA DE POSGUERRA, Y EL PROCESO DE EMIGRACION DE SU FAMILIA HACIA BUENOS AIRES.

PRESENTADOR, MODERADOR Y CORDINADOR: RAMON SUAREZ “O MUXO” 
JUNTO CON LA PRESENTACION DEL LIBRO, SUS HERMANAS LOLA Y NUCHA BERMUDEZ EXPONDRÁN SUS TRABAJOS PICTÓRICOS.
SABADO 31 DE AGOSTO A LAS 16 HS. EN EL SALON “A CORUÑA” DE NUESTRO RECREO SOCIAL SITO EN BARTOLOME CRUZ 1871, VICENTE LOPEZ.
ESPERAMOS PODER CONTAR CON SU GRATA PRESENCIA.



                                  
                                              
MIRADA SOBRE “UN PUENTE AZUL”
                                 DE LA ESCRITORA GALLEGA CONSUELO BERMÚDEZ


                                                                                 Por Marita Rodríguez-Cazaux


En un ensayo monográfico de María González Rouco, el escritor Alberto Sarramone, quien suma varios libros sobre la corriente emigratoria en Argentina, afirma que “la noción exacta y actual de emigración, tiene dos referentes direccionales” y, de acuerdo a sus palabras, se entiende por emigración la estricta significancia de la salida de un país o región; e inmigración, la recepción de población externa.
Sin embargo, y esto dicho por mi cuenta, estas direcciones opuestas no son verdaderamente opuestas por quedar "una dentro de la otra". Para que quede claro y desnudo: se emigra e inmigra en un mismo cuerpo y a un mismo tiempo. El destierro, la marcha, el exilio, la llegada, el temor, la desorientación, avanzan sin tiempo piadoso que los acomode en la mente y en el cuerpo. La pérdida, la despedida, la espectación, la inquietud, en arrítmico latir.
La Revolución Francesa predispuso al hombre, entre otras libertades y derechos, a trasladarse, "ir y venir" tal como le placiese eligiendo lugar donde asentarse. Pero, el individuo que emigra no lo hace en el contexto espiritual que marca la atribución magna, lo hace, justamente, porque no goza de libertad. En todos los casos “está preso” y quiere libertarse, económica, política, socialmente. La humanidad emigra porque tiene hambre de pan o de luces, porque aterroriza la guerra, porque un hijo denigra, por un amor no correspondido o bien correspondido que ata o desata turbulencias. Emigra porque se ahoga o lo ahogan en su propia atmósfera, porque lo persiguen, lo relegan, lo azuzan. Emigra porque marcha entre conflictos.
En todos los casos lo hace desde el desgarro, es decir parte repartido. Tal como anteriormente analizamos en la amalgama emigrar-inmigrar.

En su libro “Cuaderno del príncipe de Espenuca”, el talentoso literato argentino-gallego, Carlos Penelas, tiene unos párrafos iluminados. Así dicen:

“De adulto descubrí que todos somos desterrados, que cada uno de nosotros habita una isla sonámbula con playas extrañas. Lo descubrimos cuando nos llega la fragancia del mar. Ese olor, me decía mi madre, tiene un nombre en galego: marusía. Y cada mar, como el recuerdo posee su marusía. Ella nos hacer perder la memoria, nos hacer solitarios, nos obliga a sentarnos en un peñasco y contemplar el oleaje, la aspereza de los acantilados.[…] Uno se estremece, siente su bramar constante y profundo, abierto a la inmensidad”.

Esta escenografía que Penelas muestra con un tropo de genial luz: “isla sonámbula”, elijo como entrada a esta breve exposición sobre "Un puente azul" de la escritora gallega Consuelo Bermúdez.

Para el primer paso, daremos tres y en nuestra lengua:

Azul, vocablo infinito, el cosmos que imaginamos al usarlo; palabra sublime en toda época y de absoluto privilegio en poética. "El color del amor", según una canción de André Propp y Pierre Cour, que volvió famosa a Vicky Leandros y donde el agua, el viento, la felicidad y hasta la lejanía, eran azules.

Ponte, lazo que conecta. Lugar donde los pasos se elevan. El campo sin minar por el que caminamos o imaginamos caminar. Incluso, más allá de la vida.

O noso falar, milagrosa cadencia, código incorpóreo que se palpa aunque usemos otra lengua para expresarnos. Aroma propio de nuestros costumbrismos, el Válgame Deus que proclaman aínda los blasfemos, el “doña” destinado para los señoritos, el ¡pobriño! cuyo significado es inconmensurable, los obligados nexos -dígouche certo-, -mulleriña-, -mira ben doque falo-, o el ¿non? que remata afirmaciones. Ejemplos dichos al paso y sin meter baza en la glutural "geada" ni en reprimendas porque los gallegos en la escola no debieron decir jamás, matamolo porco.





Escribir en primera persona estas simbologías, estos sentimientos, como lo hace Consuelo Bermúdez, es un intenso trabajo que requiere revolver cenizas, hojarasca; los llamados cajones del recuerdo para hallar testimonios, atar y desatar la historia y, desde la mirada del niño, narrarlo con palabras adultas.
El argumento de léxico culto, tiene coherencia semántica, unidad informativa y logra conectar con el receptor. En otras palabras, el libro lleva lectura atractiva y fluida, algo poco común en las crónicas. Y le suma a ello, el corolario optimista de los capítulos, punto poco frecuentado en los libros de emigración, donde la tristeza parece acaparar el protagonismo, cientos de veces hasta del propio protagonista.
Es pues, en el caso de "Un puente azul", la esperanza, la fuerza, el tesón de la felicidad el hilo que conduce. La felicidad a todo trance, la felicidad a la carga. La felicidad como único recurso que sale al encuentro, que atopa coma unha amiga con genuino placer por contar.
Avanza entonces la narración por propio calendario, en anécdotas de estrecho afecto como la de doña Clotilde, la maestra, o la tarde con sus hermanos bañándose en el río, los zapatos blancos para recitar en la fiesta mariana, el agüita fresca en Cambera en plena troula o los inviernos crudos de Baio.
La vida ocurre dentro de las casas, a puertas cerradas o en pleno paisaje abierto que la autora vuelve cercanas evocaciones, sin perder frescura en ningún capítulo. Capítulos que crecen en la medida que aquela rapaza que foi Cheliño camina hacia atrás y hacia adelante en mariola de reflexiones plenas de agudo sentido del humor y donde el pretérito llega el lector anudado al presente.

Para cierre, un poema de deliciosa ternura por el que imos pasar o ponte máxico, o azul ponte que pisou Cheliño e aínda pisa.

PRIMEIRO, AS VACAS

Eu, frente ao vento ea chuvia
Volvo pola estrada enriba,
Veño da Fonte Romeo,
Levo nabos na cestiña;
Miñas mans, collendo a cesta,
Na corte, as vacas quentiñas,

Máis eu, que son unha nena,
Fora, coas mans tan frías.                             

                                                                               
                                              Agosto 31, 2013 - ABC de Corcubión
Un puente azul (2013)
Ediciones El Escriba - Buenos Aires

Imagen: Paisaxe galego - Internet


Carlos Ameijeiras, Consuelo Bermúdez de Nikolín, Marita Rodríguez-Cazaux, Ramón Suárez Álvarez

Las escritoras Consuelo Bermúdez y Marita Rodríguez-Cazaux

*El texto citado es recención de la exposición.

Las fotos son gentileza de la periodista María González Rouco.   

                                  

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