En los paisajes que narran las tradiciones, en aquellas primeras
canciones, en los primitivos cuentos que llegan a través de pinturas, las aves son
las que transportan el mensaje místico, la buena nueva. Ellas son las que descubren los
paraísos, la tierra de promesas, llevan con sus trinos hacia el lugar de frescura y placer.
Observar su
vuelo, su retorno, su nidos, fue en
todos los tiempos, frecuente ocupación de sabios y santos. Las menores avecillas hay sido guías de
pueblos en éxodo y de animales que, atisbando su vuelo, encontraron sustento para mantener la especie.
La
Poética los ha preferido, aún en mayor escala que a las flores y a los astros sobre otras imágenes y
ya desde el Renacimiento, fue el ave y su lenguaje
inspiración en toda trama literaria-musical.
Es
justo recordar el poema de sublimes tropos del mexicano Cuauhtémoc* cuyo nombre significa singularmente “el águila que desciende”, en el que refiere a una de las aves más bellas, el faisán.
Canto de primavera
En la casa de las pinturas
Comienza a cantar,
Ensaya el
canto,
Derrama flores, Alegra el canto.
Resuena el canto,
Los cascabeles se hacen oír,
A ellos responden
Nuestras
sonajas floridas.
Derrama flores, Alegra el canto.
Sobre las flores canta
El
hermoso faisán,
Su canto despliega
vuelo es redondel
En el interior de las aguas.
Oportuno es el análisis de notable percepción sobre la magnitud de la figura
del ave y los símbolos y visiones que
presenta su significado, escrito por Leonardo
Vinci.
“No por nada los pájaros, su vuelo, o el símbolo de una entidad con el
poder de gravitar en el espacio abierto, como dioses. La libertad, creo que es
nada menos que eso, el valor que se le asigna tan reiteradamente en la
escritura al citar pájaros; quizás, la representación terrestre más afín a lo
que cada uno pueda imaginar como ángeles, o entidades capaces de flotar y
levitar como el mismo pensamiento, trasladándose como por magia de un lugar a
otro en un cielo azul. El ansia de libertad, su búsqueda, una proclama.
Porque después de todo, creo, la letra es una cosa encerrada, está dentro, es
una constante lucha por exonerar, por rebelarse; y no sólo escribimos para tal
fin entonces, sino que incluimos esta figura casi como parte de una obsesión o algo parecido, para que quede claro, y explícito.
Como corolario de El oriente en las aves, comparto a continuación la obra "Hoy", que integra "Al ras del trino", antología poética editada por Dunken.
HOY
Por Leonardo Vinci
Otros hombres
tendrán sed mañana, y yo seré entonces la piedra del camino primero de borde
agudo y después romo. Bajo la rueda de quien invierte la rueda, el fango que no
tiene tiempo me cubrirá en lo profundo después de las lluvias. Sol, agua y
ciclos con la pura tristeza del devenir, no habrá puentes que acorten
distancias, ni lacayos de color sepia y obsecuentes. Será la extraña sensación
de sentirse humano en el recuerdo y en los tendones doblegados; de alojar en cada
recodo de la historia y el cuerpo un llamador de puerta, de bronce timpánico y
con forma de puño que golpea. Quizás nadie barrerá el polvo ni recopilará
letras cargadas como armas; muchos acariciarán con ternura el olvido; y los
días se sucederán como amapolas que florecen sin memoria. Queda el hoy y la
antigua invención de la ballesta con el deber de su tirantez, sus flechas de
dos puntas son el carbón que traza líneas en el cielo, escribe un nombre, un
insulto, una dedicatoria, un cato breve de pájaro llamando a otro pájaro en su
lenguaje indescifrable.
* * *
M.R.-C. agradece al escritor Leonardo Vinci el haber autorizado la inclusión de sus obras en el presente blog literario. Asimismo, todos los derechos y atribuciones le pertenecen al Autor.
* Rey y
jefe de armas, último emperador azteca, antes de la toma de Tenochtitlan por
Cortés y sus tropas.
Imagen: Internet