martes, 22 de julio de 2014

TEXTO



“La carta”, de Teresa Galeote


carta
Partiste al alba, cuando el sueño les tenía atrapados. No te atreviste a hablar con nuestra  hija, explicarle tus verdaderas intenciones; no querías recibir reproches, ni palabras que te hicieran desistir. Ella no comprendía que tu corazón se deshacía entre lamentos y entre deseos insatisfechos; esa tremenda impotencia, convertida en el pan de cada día.
Te acercaste al viejo roble y, una vez más, te apoyaste en él para confesarle lo que a nadie más dijiste. Y creíste oír a los niños; esas tenues palabras desprendidas en el duermevela pidiendo otro cuento. Desde la lejanía te volviste para mirar la casona que cobijó a tres generaciones. Enjugaste tus lágrimas con la manga de la camisa, seguiste caminando hasta que las fuerzas te abandonaron y te sentaste sobre un pequeño montículo que orillaba el camino. La noche llegó tranquila y abandonaste la vigilia. El sueño te enredó con imágenes placenteras, algunas añoradas, otras... casi olvidadas. La luz de la mañana acarició tus párpados mientras las imágenes se esfumaban. Y llevaste los dedos a tus labios para retener el calor de mis besos.  Te levantaste; seguiste andando hasta la arboleda donde nos juramos promesas. Allí nos arropaba la brisa del atardecer hasta que nuestros deseos pedían calma. Y Regresábamos al pueblo antes que las sombras nos envolviesen. Yo entraba en casa, con el pecho todavía alborotado, y bajaba la mirada mientras mi madre me interrogaba.
Ya junto al río, escuchaste su arrullo, te parecieron voces corales que te invitaban. El agua bajaba suave e insinuante, no pudiste resistir su llamada. Te dejaste acariciar por los primeros rayos del sol, sentiste como tu cuerpo pesaba cada vez más y te dejaste llevar.
Nuestra hija encontró la carta días después. Lloraba mientras leía, “…cuando encuentre a tu madre regresaremos los dos”, y guardó tu carta en uno de los cajones de la cómoda, junto a nuestra foto de bodas. No sé si con el tiempo dejó de odiarme. Soporté sus reproches cuando le confesé que me ahogaba en el pueblo, que quería conocer otras sensaciones. A ella también le rondaron deseos, pero supo ahogarlos. Estoy segura de que cuando los niños pregunten por el abuelo y pidan cuentos, ella les contará nuevas historias.
Ahora sé que no os llegó la noticia de mi muerte; fue un accidente de tráfico, cerca de Lisboa, a solo dos días de emprender mi viaje.
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TERESA GALEOTE. (Madrid). Ganadora del II Premio Alexandre Dumas de Novela Históricacon Más allá de las ruinas. Reside en Alcalá de Henares desde 1982. Licenciada en Filosofía y Letras, ha sido Consejera de la Fundación Cultural Colegio del Rey, Consejera en el Consejo Escolar Municipal, ha sido Concejal del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, en la legislatura 1991/1995. Actualmente se dedica por entero a la literatura. Sus últimos libros publicados son la obra teatral El vuelo de Osiris y Lucrecía, las orillas del tiempo. Ha publicado anteriormente los títulos: Los sueños, libro de relatos, (1998), Iberia, tres novelas cortas, (2001),La Universidad de Alcalá de Henares en el contexto político del S. XIX, (2003), Cosas que no se olvidan, (2006), Los días largos, novela con la que ha obtenido el Premio Carta Puebla de 2008, La crueldad, (2009). Ha participado en las antologías de Ediciones Irreverentes:Microantología del microrrelato II, Antología del relato negro III, Asesinatos profilácticos e Historias de la imposición yanqui sobre España e Hispanoamérica.
Editado por fernandoveglia | julio 23, 2014 en 12:16 am | Etiquetas: CartaLisboaTeresa Galeote | Categorías:AmigosTextos | URL: http://wp.me/p4DjXe-27

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