miércoles, 24 de septiembre de 2014

PERIÓDICO IRREVERENTES



EL QUE QUIERA ENTENDER QUE ENTIENDA


                                                                                                   Por Marita Rodríguez-Cazaux
ParejaNunca se entendieron. Eso los unía.
Cuando ella le hablaba, él le contestaba atento y solícito en un idioma diferente al que ella comprendía y cuando era él quien le contaba sus decisiones, sus desvelos, ella respondía en una maraña de palabras donde él también se perdía, sin comprender nada.
Caminaron juntos, siempre aliados en los silencios y absolutamente felices en las conversaciones incomprendidas.
Porque era allí, justamente, donde se encontraban mejor.
Los dos hablaban con tal vehemencia que era un placer ver los gestos, los rictus sosteniendo el sonido de las voces, aunque no se entendieran.
Así, todo lo que fue sucediéndoles en la vida pasó por esos coloquios apasionados, sin límites, en los que jamás discutieron. Ellos se comprendían sin altibajos.
Con el tiempo, colmados de tanta felicidad, tuvieron un hijo, y otro, y los hijos trajeron nietos. La vida les fue pasando de igual  forma que a los demás, pero sin acentos que los distanciaran.
En el ocaso, con la genuina elocuencia que los unía, pidieron un cielo parecido al que habían creado ellos mismos y que tan buen resultado les había dado.
Un cielo de diferentes lenguajes, donde el misterio no fuera inconcebible y la ambigüedad pudiera palparse.
Un cielo donde las bocas trasvasaran los vocablos.
Y todos, hasta lo más agnósticos, tuvieran la seguridad de haber sido entendidos.


                                                                             * * *


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