jueves, 30 de abril de 2015

POÉTICA



            CERTIDUMBRE
Has de venir, y por el mal camino,
una noche sesgada de llovizna,
decapitado el corazón de pájaros perdidos.

Llegarás, como llegan los náufragos,
desmemoriado del ayer y con las manos
heridas de sal y surcos arañados.

Poblada de niebla la mirada,
beso sin destino entre los labios.
Sobre los hombros,
oxidado temblor de ausencias.

Rebaños, en la pradera de mi cuerpo,
pacerá tu aterida sed,
tu cruel hambruna,
cuando traspases el umbral.





            DESDE EL SILENCIO
Una niña regresa por los pliegues del silencio
y su figura delgada y menudita
desplaza una sombra afinada en el damero
negro y blanco del patio de la escuela.

Mientras destrenza el pelo,
sueña un mundo
que en la orilla lejana del espejo, habita.

Es esa misma niña que persigue
el malabar del puente al cielo que cruza la rayuela
en las tardes, donde la siesta se deshoja.

Al verla,
siempre tengo la certeza
de haber vivido con ella confidencias. Antes,
cuando era nómade la infancia.
Cuando era un mar inmenso, incalculable,
el vértigo del tiempo.

 Ahora, el vértigo, es la causa del insomnio.




POESÍA CONGREGADA
Poemario de Marita Rodríguez-Cazaux
Reúne los poemarios Pasos desnudos, Luz raída y Pulso sensual, 
Editorial Dunken  
Feria del Libro Pabellón Verde Stand 823

VISITA LA FERIA DEL LIBRO INTERNACIONAL DE BUENOS AIRES



miércoles, 29 de abril de 2015

PERIÓDICO IRREVERENTES


RETICENCIAS DEL PASADO


                                                                                                             Por Natalia Scialchi


Los primeros días de diciembre transcurrieron, en medio un montón de alucinaciones, recuerdos y desencuentros.
La Nochebuena de 2014 se esfumó.
Atrás quedó el brindis y los saludos amables de la familia, los amigos.
Y se ha recobrado una calma efímera. El silencio vive en las calles. Apenas se pueden oír muy distintos los últimos bólidos y quizás un coche que se aleja transportando los últimos familiares y conocidos en partir.
A lo lejos, un perro llora exasperado, como cachorro abandonado.
Y esta dama sabe que esa paz, de medianoche, tiene un precio.
Un gato ronronea plegado sobre la falda de su camisola blanca, que la noche intima a vestir.
Está sola; las visitas se han marchado, y el cuarto oscuro, se torna fresco. No obstante, el sol se ha ensañado con este hemisferio del mundo y los días desfilan con altísimas temperaturas que no dan respiro. Todo es sofocante, inoportuno y lejano.
Esta mujer, se siente condenada a corresponder al tiempo ardiente. Quizás sea su cuerpo quien reclama su territorio en este nuevo trópico.
Calor.
Mucho calor.
Y a pesar de las comidas, mucho hambre.
Y hastío.
La noche se disipa rápido. Es momento de interrumpir el tiempo y reflexionar, tras un día aplastante. Así es.
En la inmensidad del cuarto, la dama observa su soledad. Se detiene, mira su alrededor. Solo encuentra su paquete de cigarrillos. Unos pequeños escritos, su lápiz y la luz de la lámpara que reposa sobre ellos. La escena remite a las películas que revelan a la protagonista desolada, en medio de su belleza.
Elina, es una mujer hermosa, elegante, esbelta. Se mueve con elegancia aun estando sola. Se balancea despacio. Se mueve con su suavidad y hasta con dulzura.
No tiene mucho para hacer.


La dama burguesa, se acerca al ventanal, observa la noche. El silencio es atroz por estas horas. Se sienta entonces en la computadora, y abre las páginas de las redes sociales.
Hay un par de esas que prometen contactos ocasionales y todo eso.
La red está colmada de imágenes, familiares y amigos en los festejos de la Nochebuena y la Navidad. Caras sonrientes, caras borrachinas; eternidades momentáneas… quizás más tarde se conviertan en recuerdos del mundo en el universo digital.
En medio de la noche, esta mujer aguza los sentidos en fotografías. Mira un segundo, tiempo suficiente para encontrar los mismos gestos. Pasan en fila, hacia arriba, como muestran las páginas de Internet casi todas las cosas.
Todos, parecen haber olvidado todo. Están despreocupados por las tiranteces del mundo.
¡Dichosos los que pueden ser felices…! Un pequeñísimo pedacito de envidia siente por ellos, que pueden olvidarse de todas las cosas inconclusas que la vida nos va dejando.
O que cierran a su manera.
Ella, sin ir más lejos, está sola.
Cierra el año, sola.
Empezará el año nuevo, sola. Rodeada de gente, e incluso de personas que la quieren, pero está sola. Y eso duele…
...

Para una mujer estar sola, implica saberse libre, plena sin límites… pero la soledad es un arte que pocos parecen disfrutar.
No todos saben estar solos. Es cuestión de pocos, disfrutar de encontrarse con uno mismo. Permanecer en equilibrio con uno mismo, sin necesidad de otro.
No obstante, quien traiciona, nuestro peor enemigo es el cuerpo. Las emociones sólo encuentran respuesta, para calmar su sed, en el contacto con el otro.
En realidad, las mujeres somos seres extraordinariamente raros, complejos e inexplicables. Grandes amantes de la vida y de los placeres mundanos; sociables y solitarias al mismo tiempo. Vivimos aceleradamente las pasiones, y muchas veces buscamos refugios en nuestro capullo, al igual que la oruga, para producir nuestro proceso transformador, y resurgimos con más fuerzas, más libres y más plenas.
La soledad, a veces, y solo a veces, es necesaria.
...

Y quizás, en esta noche, esta dama se encuentra deseosa de albergar placer, de entregarse a otro cuerpo.
En el rostro de esta bella mujer, hay huellas simples, rasgos visibles de muchas noches de verano que se han esfumado.
Su morada está deshabitada, su alma también lo está. Su cuerpo clama de encanto, es un espacio sublime para colmar de caricias y besos. Besos y caricias que devuelvan al cuerpo las sensaciones de sentirse otra vez mujer, para que olvide por un instante su faceta racional.
Del otro lado, la escena es distinta, un hombre, al que también le pasaron los días, los minutos y los segundos; aguarda frente al monitor, una simples palabras de aquella mujer simple y elegante, que una vez conoció.
Aguarda entre sombras, pues siente lo mismo que ella, la nochebuena lo ha vencido, lo ha hecho sucumbir.
Sus manos grandes, rasgadas por el trabajo están sobre la mesa. Unos libros de Borges, escritos propios, un par de botines, una guitarra vieja, muy vieja; fotografías antiguas, un retrato, ropa y papeles por los rincones, unos cuantas hilos delgados abrazan los objetos, queriendo albergar cada cosa en su lugar. Parece que hace tiempo, todo se detuvo, todo está tal cual estuvo alguna vez.
Al parecer, ese hombre, no tan viejo, se siente bien ahí, junto a su jarro de cerveza; disfruta del alto en el camino; de los espacios que le otorga la noche. Puede así forjar un freno a toda la rutina cotidiana.
Al amanecer, nadie ira a trabajar, así que abre una botella más, prende la computadora, revisa correos, lee notas de una canción para tocar y abre sitios sociales.
Entre las opciones aparece un nombre conocido. Una joven muchacha, conocida suya. Envía la solicitud de amistad. Algo poco inusual, pues es bastante huraño.
De repente, la dama rodeada por pensamientos inconfesables, cree oír un sonido peculiar: sí, efectivamente es una solicitud de amistad. Acepta, ríe y en ese preciso momento, como brisa nocturna ingresa un mensaje.
No puede evadirse del asombro. Piensa qué responder “¡Debo decir algo! ¿Qué digo? Muchas sensaciones… ¿Justo hoy? No puede ser. Es un viejo amigo de mis primeros años de la secundaria…”
Se abre nuevamente la pestaña. “¿Cuánto tiempo sin vernos?” Interiormente supone “¿Estará solo? ¿Qué será de él?” Le encantaría saber que está libre como el aire, o simplemente, que está, como ella, sola en esta noche de nochebuena.
– Hola. ¡Felicidades! ¿Cómo estás?
– Bien, muy bien.
– Un placer volver a encontrarte.
En realidad, muere de ganas de tenerlo en frente, nunca pudo olvidar aquellos tiempos vividos en la vieja estación. Reminiscencia del pasado, que no se buscan, pero que nadie intenta olvidar.


Recuerda, ríe a partir de una sola imagen, se evaden significados infinitos. Y todo eso en segundos nada más. Es mirar un nombre, recordar una cara, y pensar otra vez, que el desear que estuviese aquí, en su versión original. Todo a partir de ver un nombre en la pantalla.
Hablan, se miran y recuerdan. Un torrente de emociones, deseos y otras especies desatadas.
Ambos prefieren ese ideal burgués, creen en la palabra mágica, bien pensado, que exista una “posibilidad” es algo bueno.
Se imaginan, esa noche, en la vera del río, envueltos en la bruma, lejos de todo en ese espacio metafísico entre el cielo y la tierra. Que quizás a lo mejor sí, puede ser, podría existir la posibilidad.
Nada más sublime, para un hombre, que imaginarlo todo. Sin apuros, sin prisas, y con la certeza del cazador que está tranquilo porque sabe que puede, que su presa caerá ante él; que va a poder tenerla en sus brazos, abrazarla, bien fuerte. Y si lo desea podrá soltarla despacito, y acariciarla dulcemente con las mismas manos, que hace segundos, tocaban una selectísima melodía.
Luego las imágenes toman otros rumbos. Aunque él se tiene fé, y se jura como un monje blasfemo que si tuviera la posibilidad de estar con ella, aunque pasaran otros mil años, la querría cada día más. Y le llevaría todas las mañanas el café a la cama.
La pantalla tiene un montón de avisos. Son de ella.
-Demasiado tiempo paso, sin embargo el recuerdo está intacto. Nunca pude dejarte ir.
-Recuerdo tus besos, tu cuerpo. No digas nada, tu silencio lo confirma todo. Aun duermes con ella.
-No hables por mí. Sabes que aún recuerdo aquella noche. Bebimos un par de copas, y entre sábanas blancas recorrí tu cuerpo por primera vez.
-Como olvidar tus suaves caricias, el temblar de tu cuerpo, esa lucha piel a piel, donde me hiciste mujer. Nos uncimos en un fuego inevitable.
Ambos se estremecen, bajo los cielos fluyen mil fantasías juntas. Todos estos años se buscaron en las sombras, y solo el destino bendito, los logró hallar. Hoy, nadie puede separarlos.
No hay quien se atreva. No quedan miedos. Ella, se ha vuelto un volcán de sensaciones y él, la imagina tendida en su cama al amanecer.
La charla sigue, los minutos se desvanecen. Las palabras emergen sin rumbos, sin pausas. Nadie los oye, y nadie los ve. -¿Quieres que vaya?
-Sí, aquí te espero, como hace tiempo atrás.
Al parecer todo lo que hablaron, sucederá.

                                                                              ***


UN CABALLITO EN EL RINCÓN

                                                                                 Por Alberto Ernesto Feldman
Caballito madera


Navegaba entre el trabajo y la Facultad, en días que tendrían que haber tenido por lo menos treinta horas en vez de veinticuatro, hasta que abandoné los estudios y trabajé de muchas cosas, y al formar una familia, me anclé en el volante, y por más de cuarenta años fui chofer de ómnibus, camiones y taxis.

En las horas libres, que no eran muchas, me dediqué a hacer, como aficionado, lo que siempre me había gustado: algunos muebles que necesitábamos; entre otros, armarios, mesas y sillas.

Cuando nació mi hija, hice un caballito de madera y lo puse en un ángulo de su habitación, como un adorno, hasta que su dueña creció y pudo jugar con él, primero con ayuda y después por si misma.

Al pasar los años, tan rápido que apenas lo puedo creer, llegó un día en que, tal como lo había anunciado, se fue a vivir en forma independiente, porque se había recibido, tenía una profesión y un empleo.

El caballito siguió de guardia en el mismo lugar de la habitación, esperando durante mucho tiempo que otro ser vuelva a cabalgar sobre él. Debí restaurarlo un poco, porque las patas estaban algo flojas, y mi esposa le hizo una montura nueva de terciopelo. Por fin llegó Anita, nuestra nieta, que jugará con él dentro de un tiempo, como lo hizo antes su madre.

Ese caballito de madera, que está siempre esperando en su rincón que venga a montarlo una criatura, me trae, cada vez que lo miro, un recuerdo de la infancia.

Desde chico, quizás desde los seis o siete años, quise ser carpintero. Me maravillaba contemplando a un ebanista que trabajaba en su taller a la vista del público, en un local a pocos metros de mi casa.

La serenidad y la paciencia con las que, durante horas, se dedicaba a darle forma a una pata torneada, a taracear una tapa de mesa con figuras geométricas, flores o arabescos de distintas maderas y colores, la manera con que disponía prolijamente sus herramientas sobre una franela amarilla al comenzar su tarea, o las horas que pasaba frotando un mueble nuevo con un taco envuelto en papel de lija hasta conseguir dejarlo liso y pulido, listo para ser lustrado, le daban a su tarea una apariencia casi religiosa.

Muchas veces le vi cortar una tabla o un listón al comenzar un nuevo trabajo, apoyar la sierra sobre el banco y oler con fruición la superficie seccionada, con un gesto de placer que entendí muchos años después, cuando yo mismo olía un trozo cortado de pinotea resinosa, de pino chileno, o de mi preferido, el cedro, con su fuerte olor a canela.

A pesar de concentrarse en su tarea como un artista en el escenario, él miraba cada tanto hacia afuera, calibrando el interés de las personas que se detenían a observarlo.

Como yo era uno de sus espectadores más frecuentes, un día me saludó con un rápido gesto de su mano y la vez siguiente me invitó a pasar.

Debió verme muy interesado, porque me preguntó si quería ser carpintero; y yo, orgulloso y con voz temblorosa por la emoción, le pregunté ingenuamente cómo se había dado cuenta.

Me invitó a venir a verlo trabajar en cualquier momento y a preguntarle todo lo que quisiera.

¡Gracias, maestro carpintero, por haber hecho que quiera a la madera, pero sobre todo, por haber prestado atención a ese chico que fui!

                                                                         ***

PREMIO CERVANTES: LO BUENO, BREVE.


Juan Goytisolo: “Digamos bien alto que podemos”

“A la llana y sin rodeos”. Con esta frase cervantina quiso titular Juan Goytisolo uno de los discursos más breves en la historia del Premio Cervantes y, sin duda, uno de los más políticos. En apenas 10 minutos, el escritor, de 84 años, reivindicó sobre todo dos cosas: la justicia social y la cara menos glamurosa del inventor del ingenioso hidalgo. “Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella”, subrayó antes de lanzar un guiño al partido que ha revolucionado en apenas unos meses el panorama político español: “Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia”. En una jornada tan justiciera, Goytisolo dijo sentirse “como Bárcenas cuando llega al juzgado” al entrar en el Colegio de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá. Tal era la expectación. El novelista barcelonés cumplió con lo anunciado: prescindió del chaqué protocolario, se puso la americana de las ocasiones y una corbata de hace 35 años.






lunes, 27 de abril de 2015

EDITORIAL DUNKEN

                   FIRMA DE ESCRITORES

 En ambos horarios la Autora participó del Vuelo de Libros con sus obras "Del glamour a la ciénaga " y "Poesía Congregada".


Rodriguez Cazaux, Marita
Viernes 24 de Abril20:00Editorial Dunken (Stand: 823)


Rodríguez-Cazaux, Marita
Viernes 24 de Abril21:00Editorial Dunken (Stand: 823)

sábado, 25 de abril de 2015

FIESTA EN DUNKEN Y VUELO DE LIBROS



Autores y Editorial Dunken, efectuaron Vuelo de Libros en La Noche de la Ciudad 
en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires  2015.









viernes, 24 de abril de 2015

EN LA FERIA DEL LIBRO INTERNACIONAL DE BUENOS AIRES


CELEBRACIÓN DE AUTORES EN EL STAND DE EDITORIAL DUNKEN  
CON LA PRESENCIA DE TEJERINA, RODRÍGUEZ-CAZAUX Y PENELAS

Los escritores argentinos Marita Rodríguez-Cazaux y Ricardo Tejerina

STAND 823 PABELLÓN VERDE DESDE LAS 19:30 HS.

Foto: Cortesía Vitamina Cdigital

jueves, 23 de abril de 2015

23 DE ABRIL VUELO DEL LIBRO




O LIBRO

Somos, el máis eu, alas.



RESEÑAS

“VESTIDO DE NOVIA”, DE PIERRE LEMAITRE

                                                                                                              Por Germán Cáceres
Pierre Lemaitre II
Tal vez la mejor definición de esta cumbre de la literatura policial se encuentre en el comentario de Avantages que figura en la solapa de la contratapa del libro: “Un thrillerdiabólico, que se lee de un tirón, con fascinación y miedo. Arte del grande”. Pierre Lemaitre (París, 1951), si bien ya está consagrado (Premio Goncourt, Premio de Novela Negra Europea,  Dagger Award, Premio de la revista Lire, Premio Roman France Télévisions y Premio de los Libreros de Nancy-Le Point) con Vestido de novia(Premio del Salon du Polar 2009) ya puede situarse entre los escritores más representativos de la novela francesa actual.
Sophie, la protagonista, parece estar volviéndose loca y el autor describe con diestro pulso narrativo los meandros psíquicos en que se sumerge. En su deambular ocurren crímenes de extrema crueldad, por los cuales es inevitable que a uno lo invada la sensación de asco. Por tal motivo no resulta difícil evocar el filme Repulsión (1965), de Roman Polanski., o la novela La novia vestía de negro (1940), de Cornell Woolrich, llevada al cine por François Truffaut en 1968.
Pero luego aparece un extraño personaje que la está siguiendo y toma apuntes ordenados por fechas, como si se tratara de un diario. Esta parte opera como un giro de la acción y el lector queda aprisionado por el llamado suspenso psicológico, ya que Franz –así se llama este perturbado que oscila entre el voyeur y el espía- está maquinando un plan siniestro y malvado contra la integridad mental de Sophie. Resulta patético cómo un individuo común se encuentra completamente indefenso frente al accionar perverso de un psicópata inteligente que, además, posee sólidos conocimientos de informática y de la tecnología de las comunicaciones. La novela despliega angustia y opresión a raudales, a la vez que contrariedad ante los comentarios mordaces e irónicos de Franz respecto a las adversidades de su víctima.
Hay excesos morbosos en esta historia y a veces los hechos se tornan poco probables, pero es allí justamente donde el lector inteligente debe emplear la suspensión de la incredulidad para gozar de la adicción irresistible que provoca esta novela a través de las sorpresas –verdaderos shocks– que transitan por sus páginas.
La traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego es excepcional, revela un trabajo intenso, realizado a conciencia.
Otros libros de Lemaitre son: El novelista (2006), Cadres Noirs (2010), Alex (2011),Sacrifices (2012) y Nos vemos allá arriba (Premio Goncourt 2013).
*Germán Cáceres (Avellaneda, 1938) Escritor y dramaturgo argentino.

ARTÍCULOS LITERARIOS



“Gracias por el fuego”, de Mario Benedetti

Por Fernando Veglia
2013-02-21-19-19-23
Observando mi pequeña biblioteca, busco una obra para reseñar. Jóvenes y viejos lomos evocan las historias que alguna vez leí; unos lo hacen vagamente y otros con increíble claridad. Los acaricio como muestra de gratitud y les dedico algunos pensamientos.
Supongo que puedo sugerir un libro; es inigualable, es necesario. Lo tomo, lo siento entre las manos. Inevitablemente, pienso que inspiró a miles de hombres, destrozando al tiempo. Leo la tapa, los datos del autor y algunas frases sueltas. Busco anotaciones marginales, busco algo que no encuentro, que no puedo verbalizar. Lo dejo en donde estaba. Quizá en otra ocasión vuelva sobre él.
El proceso continúa. Toco una tapa dura, es Gracias por el fuego de Mario Benedetti. Recuerdo un conflicto entre padre e hijo, un profundo desengaño, la frustración, el fracaso y la tragedia.
El índice no me inspira nada. Ojeo unas páginas y el primer capítulo, genial, me asalta robándome una sonrisa. Un grupo de personas cenan en un restaurante de New York. Son uruguayos de clase media y entre ellos está el protagonista: Ramón Budiño. Les agrada el “moderno” Estados Unidos y desprecian su “atrasado” país natal. Sin embargo, cuando un personaje anuncia que una inundación catastrófica arrasó Uruguay, todos se arrepienten de sus dichos y actitudes. Aunque el arrepentimiento sólo perdura hasta que confirman que la catástrofe no era tal.
No puedo contenerme. Leo algunos párrafos al azar. Entonces, Ramón narra trozos de su infancia, de sus relaciones familiares y laborales, de cuando comenzó a odiar a su padre: Eduardo Budiño. “El Viejo”, dueño de un periódico y una fábrica, corrupto, egoísta, sin escrúpulos y respetado, representa a los que impiden el progreso de la sociedad, a los que la pudren, la estancan, a los que la someten a sus caprichos.
Ramón, insatisfecho, harto del frustrante presente que lo hostiga, decide matar a su padre. Acabar, de una vez por todas, con la persona que ha coartado su vida. La terrible decisión acabará en tragedia, acabará con Ramón.
Por unos instantes, mi mente viaja a las noticias, está concentrada en los suicidios, ve a los suicidas, a los que eligen matarse para no matar, a los que están acorralados y no ven la salida. Reflexiono. Musito un insulto, librándome de tamaña amargura.
Sosteniendo el libro, recuerdo que lo compré porque fue prohibido por la dictadura militar argentina. La edición no tiene prólogo. Desconozco el año de publicación. El ordenador me ayuda: fue publicado, por primera vez, en el año 1965. En ese entonces, la juventud asaltó las calles, exigiendo un cambio, una nueva ética.
El presente exige que Ramón vuelva a rebelarse contra Edmundo, exige no rendirse jamás. Algo en el pecho me arde y me trastorna. Pienso en cifras, en años, en frustraciones y fracasos. Asevero que el futuro pertenece a millones de hombres y no a un grupo. Dejo el libro en su sitio. Continúo buscando, suponiendo que en otra ocasión escribiré la reseña de Gracias por el fuego.

Gracias por el fuego (1965) Mario Benedetti (1920-2009) escritor uruguayo.

Fernando Veglia p/fernandoveglia

miércoles, 22 de abril de 2015

GALEGUIDAD NA FERIA DO LIBRO - BOS AIRES 2015







CANTIGA DO NENO DA TENDA 

Ao longo das rúas infindas
os galegos camiñaban
soñando un val imposibel
na verde riba da pampa...



martes, 21 de abril de 2015

RESEÑAS



VER, LEER, ESCUCHAR...


Crítica literaria, teatral y discográfica de producciones que no cuentan con el gran circuito de difusión

POESÍA CONGREGADA
Marita Rodríguez-Cazaux
(Editorial Dunken, B. As., 2014)

Su poesía es clara, abierta, no necesita de hermetismos para expresar sentimientos profundos y un lirismo de alta sensibilidad. Se dispara en múltiples temas, pero en el lector permanece la sensación de estar contemplando un lago sereno, apacible y pleno de colorido.
Poesía congregada fluye por los meandros de la intimidad, y refleja las dificultades que sufren los amantes para armonizar entre ellos. Y ante esta problemática surge la soledad: “En cárcel de soledad empalada, /son mis grietas heridas de distancia/ y, sobre ellas, mi corazón se oxida”.
No faltan en sus versos la expresión de un doloroso desgarramiento: “Quién ha de darme en esta vida yerma/ un candil para cruzar sin miedo/ el escarpado abismo de la tristeza”, y aparece la certeza de la muerte: “Hoy,/ toda mi prisa es, plancharle arrugas al sudario.” Pero la esperanza permanece intacta: “Y media vida me queda, todavía,/ para andarla sin estarme de rodillas”.
A través de símbolos, imágenes y metáforas la poeta vuelca su subjetividad apoyada por la belleza visual que obtiene mediante la tipografía, sea con letras o con caligramas (“Brindis” y “Desvesti 2”). Enriquecen los poemas el empleo de un rico vocabulario y las frecuentes citas de la mitología grecorromana.
Poesía congregada reúne tres poemarios de la autora: Pasos desnudos, Luz raída y Pulso sensual. Sus trabajos anteriores fueron los volúmenes de cuentos De amores y desamores (2010) y Del glamour a la ciénaga (2013). Obtuvo numerosos premios y dirige su página literariamaritarodriguezcazaux.blogspot.com.

                                                                                                     Germán Cáceres*

*Escritor y dramaturgo argentino.
La reseña es fragmento de la publicada en Irreverentes y Editorial Dunken.

domingo, 19 de abril de 2015

FERIA DEL LIBRO INTERNACIONAL DE BUENOS AIRES - 2015 -


ENTRADA LIBRE Y GRATUITA DESDE LAS 20:00 hs. 
celebrando La Noche de la Ciudad en la Feria del Libro Intenacional de Buenos Aires 2015



Promo: Cortesía VITAMINA Cdigital y Editorial DUNKEN

jueves, 16 de abril de 2015

ENTRAÑABLES


 Antología AL RAS DEL TRINO


Con el querido amigo y colega Ricardo Tejerina
Néstor Vega, artista plástico autor de la imagen de la tapa obsequia su obra 
a M.R.-C. en presencia del escritor Ricardo Tejerina 

Uno de los muchos Libros de los Talleres prologados por M.R.-C. para Editorial Dunken

 Reseña de Germán Cáceres sobre DE AMORES Y DESAMORES (2012) de M.R.-C
Crítica literaria editada por periódico Irreverentes

Tapa y foto de solapa Alejandro Arazo

Autor de la foto de tapa: Leandro "Gallego" Rodríguez
Antología de Autores nóveles, titulada, compilada y prologada por M.R.-C.

DEL GLAMOUR A LA CIÉNAGA, libro que agrupa 26 nuevos cuentos .
Cubierta obra del artista plástico Néstor Vega (2013)


Con Ricardo y Carlos, iniciando la saga de Letras del Face

Conformando mesa con  Lety y Ricardo, en el Salón de Dunken, presentación de antologías.
Feria de Libro Año 2013 y 2014
Conformando mesa con  el escritor Ricardo Tejerina



Con Leandro Rodríguez en un aparte Feria del Libro 2013

Ricardo Tejerina y autores nóveles en el Salón de Editorial Dunken

Presentación de POESÍA CONGREGADA (2014)

El literato Carlos Penelas abrió mesa en la presentación de POESÍA CONGREGADA 

Los poetas Stella Victoria y Carlos Penelas con Marita Rodriguez Cazaux

Leandro Gallego Rodríguez, M.R.-C., Roberto Alejandro Cazaux

Roberto A. Cazaux, Leandro Rodríguez, Marita Rodriguez-Cazaux
con la fotógrafa Liliana Morono Barthe, autora de la foto de solapa

De remanguillé xeitoso, de M.R.-C.
 Primer Premio FEDESPA 2013
 

Con el recordado y querido César Melis en la entrega de diplomas a autores nóveles
  junto a Leandro Gallego Rodriguez, ilustrador de la cubierta de LA ESTRELLA DEL POETA

Conformando mesa con César Melis y Leandro Rodríguez, 
Antología LA ESTRELLA DEL POETA (2011)