jueves, 8 de junio de 2017

POETAS LATINOAMERICANOS


CÉSAR VALLEJO


César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 16 de marzo de 1892París, 15 de abril de 1938) fue un poeta y escritor peruano
Es considerado uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país. Es, en opinión del crítico Thomas Merton, «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal» y según Martin Seymour-Smith, «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas».

Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), con poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo complementado con trabajos de traducción y docencia.

En la última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que aparecerían póstumamente. Sacó en cambio, libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su cuento más famoso, Paco Yunque, que saldría a luz años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos volúmenes es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los Poemas humanos constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de «poeta universal».



IX 

PEQUEÑO RESPONSO A UN HÉROE DE LA REPÚBLICA 



Un libro quedó al borde de su cintura muerta,
un libro retoñaba de su cadáver muerto.
Se llevaron al héroe, 
y corpórea y aciaga entró su boca en nuestro aliento;
sudamos todos, el ombligo a cuestas;
caminantes las lunas nos seguían; 
también sudaba de tristeza el muerto.
Y un libro, en la batalla de Toledo, un libro,
atrás un libro, arriba un libro, retoñaba del cadáver.
Poesía del pómulo morado, entre el decirlo y el callarlo,
poesía en la carta moral que acompañara a su corazón.
Quedóse el libro y nada más, que no hay insectos en la tumba,
y quedó al borde de su manga 
el aire remojándose y haciéndose gaseoso, infinito.
Todos sudamos, el ombligo a cuestas,
también sudaba de tristeza el muerto y un libro,
yo lo vi sentidamente, un libro, atrás un libro,
arriba un libro retoñó del cadáver exabrupto.


***

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